martes, 22 de septiembre de 2009

Amanda no quiere viajar hoy, ya no. Por eso camina y con ojos bien abiertos.
Amanda salió a dar un paseo, como acostumbran las personas que disfrutan de la compañía del viento o la de los propios pasos estallando en el fondo de la propia cabeza. Caminó por los lugares que más le agradaban; disfrutó los sonidos viniendo de la noche, despejados de toda histeria; recibió miradas de infinitos mundos; adoptó como propia toda vida posible, como casa, cualquier lugar en su confinada imaginación.
Momento después las imágenes cesaron y sólo quiso cerrar los ojos y escuchar la canción que viene, aunque cerrar los ojos signifique entregarse una vez más al viaje (deshacerse de sí por un instante para personificarse en alguien más).
Ya está en casa, sentada, acariciando a su gato, cantándole a él que la percibe. Ya no quiere viajar. Entonces sólo escucha, y canta, y abraza a su gato, y comienza a dormirse esperando no soñar.
Amanda abrió los ojos, miró entre sus brazos: su gato no estaba; el sonido era el silencio. Levantó la mirada y vio caras y cosas vagamente conocidas. Entonces comprendió -o a lo mejor no- y cerró los ojos. Amanda se había ido.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Recuerdo el campo de Mariana.

Había un árbol entre la soledad de los pastos.

El árbol tenía historia y misterio,
yo quería conocerlo.

era entrar al campo
y sólo ver el árbol
y continuar el camino hasta la casa

Paseábamos sobre Pancho, el caballo.
Nos bañábamos en el tanque, en su agua anciana.
Visitábamos a los chanchos.

Y el árbol siempre estaba lejos.

Escuché historias fascinantes.
¿Por qué, Mariana? ¿Por qué nunca me llevaste hasta el árbol?

domingo, 9 de agosto de 2009

me enamoré de la luna

en la luna hay gente
y cosas
que posan para nosotros
infinitamente

La luna con boca pequeña y ceño fruncido.

Se ve a lo lejos que alguien la mira.

Pero me cansé de reconocer lo acontecido
en lo nuevo y ajeno. ´´´´´El límite de mis conocimientos es el
´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´.conocimiento mismo.

Soy pura condición.

miércoles, 15 de julio de 2009

El depredador acecha a su víctima. Está escondido esperando que la presa, el bambimorsa, camine cerca de su escondite. Conociendo la tranquilidad del bambimorsa, el depredador confía en que no será difícil capturarlo. Finalmente lo tiene acorralado y no pretende dejarlo huir.
Lo que sospechamos es que el bambimorsi pudo haber divisado al depredador, en este caso un dosdedos, y sentir que era en vano intentar escapar, pues el dosdedos es muy veloz y él está excedido de peso a causa de su pereza; en consecuencia, decidió tirarse y dejarse comer.
Ahora vemos que el bambimorsi no ofrece resistencia, por lo tanto dedujimos que nuestra suposición no era incorrecta. Por supuesto, todo lo aquí escrito puede no ser cierto.